Fue una noche Madrileña, para un encuentro con calma y tiempo. Nuestro encuentro Insólitas con María Fernanda Ampuero se asemejó al tema que tratamos.
Su forma de abordar las historias, probablemente tenga que ver con que es además, escritora, o como ella dice «soy narradora, trato de ir a lo minúsculo«, es por ello que cuando describe el proceso de elaboración de un reportaje, parece que estuviese dando una receta paso a paso de cómo meterse en la piel del otro, en su trayectoria vital, en lo que la llevó a estar en el acontecimiento que en ese momento se considera noticioso.
La cobertura del terremoto de Lorca la llevó por ejemplo a vivir con los damnificados, a sentarse con ellos durante horas y horas, a compartir los bocatas, a carecer de una ducha en condiciones, tanto que en algún momento dejó de parece compañera de profesión de los periodistas, para mimetizarse con los entrevistados. En algunos casos, asegura, se inserta tanto en los lugares, va tantas veces y durante tanto tiempo a convivir con ellos, que cree que acaban por querer echarla.
Para alguien que no tiene el periodismo como formación inicial, María Fernanda lo ejerce a la viaja usanza y a vivido las vicisitudes de una profesión que ha pasado por una fuerte crisis en este país. Trabajando para un medio, cuyo público era principalmente población de origen inmigrante, vio a su jefe, también amigo, tener que pasar por el trago amargo de tener que despedir a compañeros, que sabia que a ciencia cierta estaba enviando a la precariedad, a quién era cabeza de familia soltero, a quién acabada de comprometerse con una hipoteca, con la impotencia de no poder evitarlo. No había manera de cuadrar los números. De verlo, pasó a vivirlo, y a que fuese ella quien entró a ese despacho, para salir a engrosar las filas del INEM, pero no la de los parados. Aprovechó esa coyuntura para empezar a investigar en profundidad algunos temas, a redactar artículos y a ofrecerlos a discreción.
Hoy, puede decir que vive de ello. Aunque matiza que como todos los autónomos, es la enseñanza la que le permite mantener a flote el barco de su economía.